martes, 11 de noviembre de 2008

Desvelos

Una vez conocí una mujer que recordaba su nacimiento. Pero sólo eso. Nada anterior al momento de sacar la cabeza al frío quirófano y del dolor y ahogamiento hasta que respiró.
Mi caso es distinto. Recuerdo “todo” desde el momento de mi concepción. Cada división celular, la formación de los miembros, órganos, su crecimiento y finalmente el parto. Se podría decir que tengo consciencia de mi ser desde 39 semanas antes de nacer.

De pequeño creía que esta circunstancia era común a todas las personas. No tardé en comprender mi error.
Dicen que los niños son crueles, pero mis compañeros de patio reían y maravillaban con lo que les contaba. Los profesores, por el contrario, tendían a castigarme tras leer algunas de las narraciones de mi previda, que siempre acompañaba de ilustraciones (entonces las llamábamos dibujos) con el fin de ayudarles a comprender mejor.
Mi madre jamás me criticó. No alentaba lo que todos denominaban “pura fantasía”, pero me escuchaba y al terminar guiñaba un ojo o sonreía.

Ya antes de pisar el instituto y tras pasar por dos médicos especialistas, “cariño tú solo contesta a sus preguntas”, comprendí que mi caso era inusual o quizá que nadie más tenía el valor de contarlo. Y aunque siempre supe que no era sueño o locura; cuando quería recordaba aquellas semanas con igual nitidez que la comida del día anterior; tomé la determinación de no volverlo a mencionar.

Los estudios se me daban bien, sobre todo los relacionados con biología, física y química. Por ello decidí estudiar medicina.
Me casé. Tuve dos hijos que a su vez me dieron 3 nietos. Trabajé como neurocirujano hasta los 60, edad en la que pude jubilarme.

Sólo en una ocasión volví a hablar del tema.
Cuando mi madre enfermó, una de las largas noches que pasamos juntos en el hospital, me preguntó qué había antes … Me conmovió que recordara aquellos monólogos de mi infancia, así como que sospechara que ocultaba una gran verdad nunca desvelada. Pero no pude responder pues, como todos, mis conocimientos sobre el otro mundo son meras sensaciones, deseos o creencias.

Desde que aprendí la lección del silencio mi vida ha sido normal: tan satisfactoria y frustrante como cualquiera.
Pasaba largas temporadas sin recordar y cuando lo hacía, estos recuerdos no alteraban ni influían en mi modo de vida.
Sin embargo, ahora que conozco la fecha de mi muerte (no más allá de 6 meses) me veo obligado a enfrentarme a aquel hecho, que si bien no marcó mi vida, si habrá de guiar su final.
No tengo miedo a morir. Que exista un más allá (angelado o de reencarnaciones) no me preocupa: lo que tenga que ser será.
Mis desvelos son concretos y terrenales.
Lo que me angustia es pensar cuánto tiempo, tras la certificación de mi muerte, seguiré siendo consciente de cualquiera de las células que me componen. Pues si mi final es tan excepcional como lo fue el principio, así ocurrirá.

Debo pues decidir si quiero ser incinerado: sufriendo el intenso dolor de quemarme a 3000 grados durante tres eternas horas, o enterrado: semanas de descomposición bajo la tierra, sintiendo cómo la epidermis se desprende, cómo músculos y órganos del cuerpo se pudren lentamente, hasta que la desaparición de las partes blandas de mi esqueleto traigan consigo el ansiado descanso.

No hay razón o indicio que haga suponer que tan asombroso hecho de consciencia vuelva a suceder…pero entenderán que no quiera dejarlo al azar.

28 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando era un chaval, con frecuencia me dolían las rodillas. los médicos decían que era consecuencia del rápido crecimiento.

durante el desarrollo del feto en el vientre materno, el crecimiento es espectacular. pero el dolor es proporcional al crecimiento, como sucedió con mis rodillas?

por otra parte se plantea la opción fuego o tierra. no sé que será más espectacular para narrar posteriormente, aunque para eso tiene que haber algo después del final. lo hay? yo personalmente me quedaría con el fuego.

saber la fecha de caducidad... ufff, jodido. tiene que ser muy difícil el asunto.

bueno, pasaba por aquí de una forma rápida y... premio!!

no descarto nuevos comentarios cuando lo lea otro día con más tiempo y calma. vivo días de vértigo, vuelan, y dejan poco tiempo para cualquier otra cosa.

salud-saludos

Belén dijo...

Madre mía, me recuerda a una vez mi madre, queno quiere ser incinerada y la razón que me ponía era precisamente esa... por si se quema :)

Besicos

elHermitaño dijo...

Mediada la lectura de tu (excelente, como siempre) relato, casi sentía viva envidia de ese hombre suprasensitivo, experimentador de todas las sensaciones desde su inicio como cúmulo informe de células... Al final, efectivamente, aún aumenta más mi resquemor: palpar tu propia muerte, llegue de la forma que sea, debe ser toda una aventura, un momento de pureza y consciencia (es decir, hasta la plena inconsciencia...) irrepetible y genuino.

Muchos pueden saber que van a morir. Pero sentir esa muerte, la tuya, experimentarla gracias a una prerrogativa sensitiva, es un sueño que, si acaso, sólo se torna real en los cuentos.

No recuerdo quién dijo que todo hombre sano y mentalmente derecho debía pensar en todo lo humano menos en la muerte; yo creo que pensar la muerte, imaginarla e incluso "recrearla" es un ejercicio de nobleza humana. Es el momento que marca un punto (¿y seguido, y aparte, y final?) único en la vida (la no-vida, claro), y como tal, por todos debería ser reflexionado...

Tiene mucha sustancia tu texto, Tequila. Como cualquier obra de arte, merece ser revisada, releída y regustada... :)

Abrazos, amiga.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Buen relato. Debe ser horrible tener tanta conciencia y memoria.

Ginebra dijo...

Una historieta muy entretenida, Tequila. Un placer leerte. Besitos.

jorgeimer dijo...

Me has emocionado. Sinceramente. Gracias. Leerte me incita a escribir.

Argeseth dijo...

Hay cosas de las cuales es mejor no tener conciencia...
Qué bueno que escribas.
Un beso.

interpreta-sones dijo...

te haces de rogar, pero al final siempre merece la pena la espera!! asombrosa historia de ultrapercepción molecular, conocimiento previo y más allá del conocimiento. inquietante final. difícil elección!!

Siberieee εïз... dijo...

Es una historia geeenial! Por suerte, la mente humana se compone de redes de memoria capaces de desechar todo lo que desgasta nuestra máquina. Tiene que ser agotador tanto recuerdo sensorial, buuuf.

me encantó tu relato... m'ha agdradaaat mooolt!
Tendré que volveeer :o) por aquí!

Silvia_D dijo...

Sí, cariño, estoy... y tú? muchos besos.

Oteaba Auer dijo...

Preciosa, paso a dejarte un saludo. Llevo días sin ganas de blogs ni de nada...ya te leeré con calma.
besos:)

Sirena Varada dijo...

No se puede desentrañar la verdadera naturaleza del recuerdo: bendición o maldición. La conciencia también es una gigante egoísta que lo acapara todo. Conciencia y recuerdo, conceptos separados por límites difusos, conceptos monstruosos.

Estoy de acuerdo: hay cosas que nunca hay que dejar al azar. Y menos al recuerdo o a la conciencia.

Antón Abad dijo...

¡Brillante!; es tan inquietante su historia, que doy gracias a tener una memoria escasa. No había pensado en ello hasta que Ud. me lo ha puesto enfrente.
Descartada la incineración por costosa en recursos energéticos, la idea de la tierra, tampoco me hacía mucho tilín; decidí pues legar mi cuerpo a la ciencia...Ya sabe, esas jovenzuelas con guantes de goma y batas blancas que habrán de practicarme cortes, o esos muchachos alocados que me pondrán sombrero y un cigarro en la boca para fotografiarme con el móvil. Me ha dejado dudando, pero como no recordaré nada de esto mañana, seguiré adelante con mis planes.

Silvia_D dijo...

Besos, cariño, ando por aquí despistá como una mona jajjaja y tú qué tal?

Besazos y achuchones

Antón Abad dijo...

Buenas noches señora Tequila, vengo sólo para decirle que la luna es de verdad y de Alicante(aunque me temo que es bastante parecida a la que sale en otros sitios). La foto la hice yo con los dos pies en la tierra, y si la ve tan grande es porque utilicé un teleobjetivo bastante potente.

Oteaba Auer dijo...

Siempre me angustió la sensación que podría sentir cuadno cerraran la caja y se me acabara el oxígeno...cuadno me metieran en un nicho y nadie escuchara mis gritos...Me habían contado muchas historia sobre la catalepsia..brrr...por entonces la incineración no estaba al uso en España.
Tu relato me ha hecho recordar una inquitud olvidada y, ahora, creo que me da igual porque no puedo detener el tiempo, ni vivir para siempre..no hay escapatoria...lo uqe haya de ser será
Como siempre, una magnífica entrada.
Muchas gracias por tus ánimos durante este último tiempo :)
Besos guapisima

Gabriela dijo...

Fantástico, eso si es conciencia...
Y como siempre he creído, no es facil, ni antes, ni durante y mucho menos después de ser...
Un misterio.

Si lo sabes. vuelve a contarnos....

Un abrazo primaveral

Anónimo dijo...

Que gran historia. Muy curiosa.

Por cierto, yo le aconsejaría que lo lanzasen a un volcán activo o que lo metiesen completamente en nitrógeno líquido. Sería la forma más fácil de que no sintiese nada en esos extremos.

Un abrazo!

Silvia_D dijo...

Buen fin de semana, niña y muchos besos

Boticario dijo...

Voy a ser directo y claro. Lo que he pensado al leerlo: "¡Joder!¡Que bueno!"

Me ha encantado el planteamiento... Y yo ¿que escogería?

¡Fabuloso!

Besos

Liberto Brau dijo...

Mira cómo vengo a reclamar tus letras nuevas, mujer... que me tienes indigente, homeless de tu casa, mendigando por ahí... Besos pedigüeños... Liberto-Pau

una sonrisa dijo...

Hola:
Alguien me dijo que visitara tu página y tenía razón, un hormigeo me ha recorrido el cuerpo, intentando analizar hasta donde alguien puede aguantar, no solo el dolor.. si no el placer...

Anónimo dijo...

Demasiada sensibilidad, demasiada memoria...te recomiendo morir de una inyección letal que lo primero que elimine sean esas neuronas que te permiten ser conciente de todo...
un abrazo Tequila, tiempazo sin leerte ;)

yo mismo dijo...

difícil solución le veo a este problema. difícil saber qué posibilidad ha de ser menos dañina, menos dolorosa, menos sufrida... yo no podría responder, la verdad. ¿sabes? no podía haber sido más oportuno entrar en este lugar... me gustó leerte. volveré por aquí.

un beso.

Amateur65 dijo...

prefiero no pensar en lo que ocurrira ese dia

Silvia_D dijo...

Cómo estás? te dejo mil besos con mucho cariño :)

Anónimo dijo...

Ya sabes
Con todos los colores quemando tus pupilas no es posible ver el cielo.
Ademas, tampoco importa, ahora es negro y de pana morada.
Te traigo un vaso que contiene amargos recuerdos de dias que tienen el sol clavado en la espalda. Su sabor es tan fuerte que los ojos se cierran y la boca se frunce como si gritara.
Mi busqueda acaba, Ya estoy aqui.
Vengo a quedarme...

Desmemoriada dijo...
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