domingo, 14 de junio de 2009

La Cáscara.

Durante años se acercaban a visitar la cáscara pues era lo único que persistía.
Sentados junto a ella forzaban tonos distendidos, llenos de buenas intenciones que se diluían en minutos: el tiempo que tardaban en mirar en sus ojos, buscando a su amiga, a su hija, a su esposa… para concluir , que aquella que abrazaban y besaban no era ella.
Algunos; los más; marchaban entonces abrumados por recuerdos tibios y conversaciones pendientes.
Algunos; los menos; la gritaban con la esperanza de provocar su regreso. Entonces también marchaban, furiosos, llenos de recriminaciones hacia “eso” que allí dejaban.

El día que La Cáscara sonrió, las líneas telefónicas se colapsaron. Pero hubo que esperar sus primeras palabras, meses más tarde, para concluir que Justina había vuelto. Su memorable “ Qué me vas a contar a mí !” atrajo tantas visitas que durante semana y media no se pudo cerrar la puerta de acceso a la casa.

Volvió como se había ido: fuerte y dinámica.
Puso a régimen al marido, a estudiar a los hijos y a pasear al padre. Tomó las riendas de una casa que había quedado abandonada, limpiando con tal ímpetu que alguien (no diré quien) visitó al Médico, con la loca esperanza de hacerse con calmantes que diluir en su café mañanero.
Justina había vuelto.

Al principio mostraba interés por conocer. Miraba y escuchaba absorbiendo cual esponja el mundo que la rodeaba. Llegó entonces la segunda de sus frases inolvidables: “ Esto es un desastre!” Y con ella el mayor revuelo que el pueblo recordara jamás.

La Cáscara hablaba más que nunca. De hecho no callaba. Pero no era cháchara sino palabras certeras y críticas con y hacia todo. Una ironía mordaz pululaba allí donde estuviera. Pareciera que hubiese decidido arreglar el mundo o, por lo menos, aquel que la circundaba.
El alcalde y la maestra fueron los primeros, pero no quedó quien no sufriera el escozor de sus sentencias. Se ensañaba con sus allegados y en especial con su “elegido”, el cual; para entonces; volvía a disfrutar del cuerpo de sus años de adonis y pasaba las tardes tortoleando con quien pudiera.

En otra situación los aldeanos, tras reunión nocturna en La Taberna, hubieran acordado un contraataque, pero dado lo excepcional del caso, optaron por pasar al Plan B: dejar que se cansara.
No funcionó. Justina no se achantaba ante los continuos desplantes e ignores con que la recibían sus vecinos. Se negaba a desperdiciar el don clarividente con que había regresado y perseguía a sus objetivos día y noche, hasta que desesperados prometían Redención.
Su búsqueda de un mundo mejor convirtió el pueblo en un patio de colegio, donde todos jugaban al escondite con tan sólo vislumbrar la silueta de Justina.

Por lo absurdo de la situación y los cientos de anónimos amenazantes, el hijo mayor se ofreció; voluntariamente; a ejercer como mediador entre ambas partes. Tras días de búsqueda encontró el valor y trasmitió a su madre la desesperación de sus representados.
Nada escucharon aquellos que esperaban expectantes en la entrada principal.

Contaría luego el primogénito; y habría de repetir la historia hasta el final de sus días; cómo Justina pareció relajar cada músculo de su cuerpo y chasqueando los dedos desapareció en el patio, donde horas más tarde encontraron nuevamente La Cáscara.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

es una confrontación entre el clarividente racionalismo de justine y la comunitaria idiosincrasia de los lugareños.

has vuelto, aunque nunca te fusites del todo, me alegra.

salud-saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué sabrán esos aldeanos...

Joseph Cartaphilus dijo...

Quizás, quizás quizás.

Quizás fuese maravilloso poderlo hacer. Pero me temo que aún así acabaría llegando a algun lugar y me acompañaría el pensamiento, quedara mi cuerpo donde quedase.

Grato es regresar

Ginebra dijo...

Si salimos de la cáscara y nos mostramos tal cual: malo. Si no lo hacemos: peor...
En verdad que es mejor ser uno mismo, áspero, dulce, salado, amargo... depende!!!!
Un beso enorme niña. Me gustó lo que has escrito

Isadora dijo...

Primero un ombligo peludo nada atrayente, ahora la cáscara a palo seco, sin aditamento alguno para suavizarla. Está visto que lo suyo es tirar por lo directo y sin atajo alguno.
¿Qué somos además de nosotros? parece preguntarse continuamente. Pues somos eso, mera apariencia. Una entente cordiale con pacto de no agresión o, en el peor de los casos, sin pretender hacer sangre.
Del “yo digo lo que me sale de dentro porque soy así de sincero”, frase que suele enmascarar una evidente y manifiesta mala milk en quien la pronuncia y actúa en consecuencia, hasta quien presume de respetarlo todo, pasa de todo, y para el que la libertad personal no tiene limites de ningún tipo, disfrazando, en lo posible, el comportamiento manifiestamente egoísta de quitarse de en medio, por si acaso, - repito- entre ambas formas de ser o de actuar, que a lo mejor es más real, hay un sin fin de matices, y encontrar el acertado no es nada fácil. En todo caso, claudicar nunca. Al menos equivocarse y sufrir las consecuencias.
¡Siga, siga usted metiéndonos el dedo en la boca!

Vigilante dijo...

Creo, aunque supongo que a poca gente le interese mi opinión: ya que suele ser un cumulo de contradicciones. Que es algo cobarde el hecho de desaparecer y dejar algo casi inerte en su lugar.
Vamos a ver: la gente del pueblo quería que la cascara se expresara, que estuviese "viva" pero después no sabían aceptarla tal y como era y ella volvió a no ser. ¿Por que no intento que la gente comprendiera que era así y así debían aceptarla y convivir? Supongo que opto por la salida mas fácil (la cual suele ser la errónea) pero como dijo la sabia Isadora, antes la muerte que claudicar...
Perdón por alargarme pero me gusto mucho la historia, me ha hecho reflexionar, Gracias.

Oteaba Auer dijo...

Curioso entrada donde pones de manifiesto el gregarismo y la importancia que da la gente a las maneras de actuar que les resultan diferentes...pueden encumbrar o deshechar lo que pudiera resultarles incómodo..."Su búsqueda de un mundo mejor convirtió el pueblo en un patio de colegio, donde todos jugaban al escondite con tan sólo vislumbrar la silueta de Justina"...
Un palcer leerte de nuevo :)

Argeseth dijo...

También me quedé pensando en ese mundo mejor como patio de colegio... Me pregunto si los dirigentes iraníes también pensaban que estaban haciendo un mundo mejor, o los comunistas o cualquiera que pretende saber e imponer 'lo que es bueno' a los demás. Será que somos una especie contradictoria e inconforme en esencia y en todos habita un poco de Justina y de La Cáscara.
Bueno leerte de regreso.
Un beso.

ybris dijo...

A veces mejor la cáscara que el fruto.
Sobre todo si el fruto se indigesta con su sinceridad.
Quizás porque para algunos no hay término medio.

Besos.

Lúzbel Guerrero dijo...

¡PLÍÑ!, un diez MI CUATE
Me parece que aún es demasiado temprano para mis neuronas, volveré por la noche, que es cuando estoy hecho un DEMONIO

interpreta-sones dijo...

la cáscara es más controlable, desde luego, y molesta menos. en cuanto salen los huevos pronto se advierte el despertar y el mundo cercano termina prefiriendo el confortable letargo anterior.

Eólico dijo...

El ombligo...la cáscara...¿Para cuándo unos higadillos a la plancha? Cariño, tu trabajo como neurocirujano trepanador en la clínica Neurocex de Cáceres, te está afectando más de lo que suponía en un principio. Voy a tener que solicitar de nuevo tu reinternado. No, no es porque hayas cortado las orejas de varios pacientes para autopremiar tus faenas de cirugía; un pequeño y vanidoso desliz de esa índole, lo puede tener cualquiera. Pero escribir tu entrada "La cáscara", mientras le trepanas la bóveda craneal a un paciente, vulnera hasta el más permisivo de los códigos deontológicos.
No te preocupes cariño. Todo irá bien; cuando llamen al timbre los señores de blanco, acompañálos sin oponer resistencia. Yo te estaré esperando en el ps...en el centro asistencial.
Besos sedantes

Lúzbel Guerrero dijo...

Reconozco que me ha costado, pero creo que me he hecho con él; me despistaba lo del elegido y su rebrote juvenil.
Muchas veces, se nos considera más por lo que callamos que por lo que decimos; Justina, finalmente vio que era una batalla perdida a largo plazo, y se replegó sobre sí misma. Es más manejable un envase vacío que uno lleno que rebosa, cuando la mayoría no quiere mojarse.

Anónimo dijo...

saca tus escritos de la cáscara!! o el baúl ese donde se esconden. escribe!!

salud-saludos

Diamante dijo...

mi madre se llama justina

Anónimo dijo...

tan propio de los seres humaanos, nunca estamos conformes con nada, primero la quieren, luego no.
Tequila tu juegas con el realismo mágico...
un abrazo

Eólico dijo...

Hablando de cáscaras. Las del limón, tan importantes en el ritual de tu propio "inmolare" como brebaje, confieren a las posaderas femeninas una irresistible textura "cítrica" apreciadísima por los grandes gourmets "sextrujadores". Sal, limón, tequila, hierro y vino: menuda cogorza me pillo hoy.
Un beso, antes de...

Anónimo dijo...

SONRISA.